La importancia de los deportes

Con el deporte nos podemos relacionar de diferentes formas.

Puede ser al practicarlo como aficionado, ya sea en un torneo que se juega en un exclusivo club de golf o en un torneo de béisbol o volibol en una unidad deportiva del gobierno; ya sea jugando “retas” de futbol o tenis con los amigos los fines de semana. Pero no solo hablamos de deporte cuando se enfrentan unos contra otros, sino también en los casos en donde el rival a vencer es el tiempo o la distancia por recorrer, ya sea corriendo o nadando.

Por último, nos quedan los deportes profesionales, aquellos en los cuales la gente vive de y para los deportes. Aquí hablamos de los jugadores, entrenadores, estadios, directivos, medios de comunicación y todo lo relacionado a la mercadotecnia alrededor del deporte. Copas del Mundo, Súper Tazones, Series Mundiales y Olimpiadas reflejan las máximas competiciones, y las que mas espectadores atraen.

Se que en estos momentos pudiera parecer superficial hablar de deportes, o como lo señalara Alessandro Baricco en su obra Los Bárbaros: Ensayos sobre la mutación, “el mundo se viene abajo y este tipo se ocupa de hablar de futbol” o en este caso de los deportes. Lo cierto es que para una buena parte de la población, los deportes se vuelven algo demasiado importante y los efectos que acompañan al deporte no son como para desdeñarse. Por ejemplo, pueden incitar a que la gente salga a jugar o tener alguna actividad física.

Los deportes, nos dice el sociólogo Norbert Elias en su obra Deporte y ocio en el proceso de la civilización, son fundamentales para el proceso civilizatorio de la humanidad. “Las sociedades opulentas y altamente diferenciadas de nuestra época ofrecen, como uno de sus rasgos más sobresalientes, una diversidad de actividades recreativas mayor que la de ninguna otra sociedad en la que podamos pensar. Muchas de estas actividades recreativas, entre ellas el deporte como actividad que se practica o se observa en tanto que espectador, están pensadas para producir un descontrol controlado y deleitable de las emociones”. En otras palabras, los deportes tienen un impacto en el fortalecimiento de las sociedades, ya sea como una actividad que invita al ejercicio, como un negocio o como agrupador de emociones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), tan cuestionada por el manejo de la pandemia del coronavirus, ha resaltado la importancia de la ejercitación del cuerpo para mantener una buena salud. La OMS define al ejercicio como las actividades que tienen por objetivo la fortaleza del físico o la mejora de la condición física; mientras que la actividad física es la activación del cuerpo en nuestras funciones cotidianas como caminar para ir al trabajo o la escuela, realizar actividades de diversión o en tareas del hogar. En este sentido, ambas actividades mueven al organismo, aunque el impacto positivo de ejercitarse sea mayor.

La OMS publicó en 2019 un estudio donde se señala que más del 80% de la población entre 11 y 17 años a nivel mundial no cumplen con el mínimo de realizar ejercicio por lo menos una hora al día. Esto pudiera sonar hasta intrascendente, pero al estimarse que un 6% de los fallecimientos en el mundo se deben a la inactividad física, el asunto toma otra dimensión.

La falta de ejercicio es el cuarto factor de riesgo de mortandad. En nuestro país, nos enteramos en enero por medio de una encuesta realizada por el INEGI, que el 15% de los entrevistados declaró que nunca ha realizado ejercicio físico, mientras que el 42.1% de los mayores de 18 años realizan algún deporte de forma más o menos consistente, y de esos, solamente el 2.8% declaró realizar ejercicio en su casa. Si le sumamos a la gente que no hace ejercicio de forma regular, el hecho de que por motivos de la pandemia los parques, gimnasios, campos y clubes deportivos del país permanecen cerrados, estamos ante futuras complicaciones de salud en los mexicanos.

El deporte no solo es salud, sino que también es una actividad que genera mucho dinero. En el mundo, según algunas estimaciones, el futbol genera anualmente a nivel mundial 47,000 millones de dólares (mdd). La NBA obtiene ganancias alrededor de unos 8,000 mdd, la NFL alcanza los 6,000 mdd, mientras que la postergación de las olimpiadas de Japón (país que ha invertido 23,500 mdd en instalaciones deportivas) ya representó una pérdida de 6,000 mdd. De manera global, los deportes en el mundo representaban en 2018 un negocio de 471,000 mdd.

La audiencia por televisión es enorme, se calcula que las olimpiadas de Brasil en 2016 fueron vistas de manera acumulada durante toda la competencia por unas 5,000 millones de personas, mientras que solamente la final de futbol del mundial de Rusia 2018 atrajo a más de 1,100 millones de espectadores, 1 de cada 6 habitantes del planeta vio la final del fútbol. Como podemos ver, el impacto económico de los deportes es gigantesco, así como también lo es el hecho de que la gente ve más deportes de los que realiza.

En México, el Grupo de Economistas Asociados (GEA) realizó en noviembre de 2019 un estudio sobre el impacto económico del futbol en nuestro país, señalando que se genera de manera directa poco más de 192 mil empleos, con una derrama económica de 55,800 millones de pesos (mdp) anuales y que de forma indirecta la suma asciende a 114,000 mdp. Por otra parte, se estima que un partido de futbol americano de la NFL tiene un impacto de unos 900 mdp, solo el día del partido, mientras que la Fórmula 1 tiene un impacto de unos 8,000 mdp.

El dinero mueve a los deportes y las pérdidas por las cancelaciones de los eventos no son menores. Alrededor del deporte están la asistencia a los estadios, el consumo de comidas y bebidas, la venta de mercancía en los comercios formales e informales, a lo que hay que agregarle la asistencia y consumo en bares y restaurantes, así como las transmisiones televisivas. De esta forma el deporte no solo son los deportistas, sino que se requiere de vendedores, meseros, cocineros, transportistas, etc.

Como la mayor parte de la economía mundial, tenemos que la suspensión y cancelación de actividades profesionales ha tenido un impacto negativo en la economía. Algunos cálculos señalan que en México las pérdidas ascienden a unos 6,649 mdp, a los que hay que agregar la falta de ingresos de todas aquellas personas que con el cierre de los estadios no pueden vender o prestar sus servicios, hasta los revendedores han sido afectados. Como casi todas las ramas de la economía, al deporte también le urge regresar a la actividad.

Nos queda la ultima parte de este pequeño recorrido, la emoción del aficionado. Lo mismo al que practica los deportes queriendo emular a los profesionales, que al que asiste religiosamente a los estadios ataviado con los colores de su equipo favorito. Lo mismo al que se sienta frente a la televisión para ver uno o varios deportes favoritos los fines de semana (o entre semana), que a quien solo ve las finales de los deportes.

Para el aficionado, el deporte es una invitación al ejercicio, es un tema de conversación entre amigos, es una diversión o un escape emocional. Como lo señala el filósofo Michael J. Sandel en su libro Filosofía Pública, el deporte profesional no solo es negocio, “también es una fuente de identidad cívica”.

Recordemos la importancia que tuvieron los juegos olímpicos de Berlín en 1936 para el orgullo nazi o las Olimpiadas de Moscú en 1980 para levantar el ánimo de la extinta Unión Soviética. Otro caso fue el mundial de futbol de 1954 celebrado en Suiza, donde el inesperado triunfo de la entonces República Federal Alemana se considera como el despegue de un optimismo que levantaría al país de las ruinas de la guerra. O en el mundial de futbol en México 1986, donde se enfrentaron Argentina e Inglaterra en un partido donde se jugaba algo más que fútbol, era una cuestión de honor después de la Guerra de las Malvinas, era el partido que los argentinos no podían perder, como lo narra Adres Burgo en libro El partido (del siglo).

En esta categoría también entra el caso de la identidad multiétnica y multireligiosa de la selección francesa de fútbol campeona del mundial de Francia 1998, que sirviera para unir y olvidar las diferencias en la sociedad francesa, como se puede observar en el documental Les Blues en Netflix.

El regreso del fútbol, el basquetbol y el béisbol, aunque solo sea por televisión, ha permitido empezar de alguna forma a reactivar el motor económico, pero sobre todo, a aligerar un poco el tedio del confinamiento a una buena parte de la sociedad. Su verdadero impacto es emocional. De ahí que Pier Paolo Pasolini, quien además de ser un controvertido y brillante director de cine, escribía artículos sobre fútbol y deportes en general, en una pequeña recopilación de artículos llamado Sobre el deporte, nos dejó la siguiente reflexión: “Que el deporte es el opio del pueblo, eso ya se sabe. Por otra parte, ese opio también es terapéutico. Las dos horas en el estadio son liberadoras, incluso si, en relación con una moral política o una política moralista, son horas evasivas”.

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