El lenguaje inclusivo estropea la lengua: RAE

Santiago Muñoz Machado, actual Director de la RAE ha declarado que esta nueva imposición corta pragmáticamente la función del lenguaje.

Es el segundo jurista que gestiona la Real Academia Española. En este sentido, su profesión le da un sentido práctico, más necesario hoy día para la institución.

Cordobés: autor de más de 40 libros sobre derecho y coordinador del Diccionario Panhispánico del español jurídico y con injerencia directa sobre muchos otros en materias varias: el lenguaje, historia de España o curiosidades como Vestigios que aborda temas como pobreza, el gobierno de Fernando el Católico, pena de muerte y la importancia de las reliquias en nuestra sociedad. Su misión: impulsar a la RAE a una política de puertas abiertas porque “A veces no se entiende bien lo que hacemos aquí” dice.

“Tenemos una lengua hermosa y precisa. ¿Por qué estropearla con el lenguaje inclusivo?” Para él, las normas son fundamentales no sólo en la sociedad, sino en la constitución y desarrollo del idioma en la gramática: semántica, sintaxis, morfología y fonética. Por ello, su concepción del lenguaje va más allá del pleno hablar y escribir. Él ve el lenguaje desde las reglas, precisas y bastas, que no pueden ser modificadas a placer de algunos cuantos que quieren desordenar el orden.

Él opina que “los juristas son útiles en la creación de la lengua” puesto que su trabajo requiere definir situaciones inmediatas. El concepto de su profesión es definir: conceptos o situaciones. Esto es la clave del derecho: la retórica: hablar bien y concreto, son el segundo ramo que necesitan vestirse de poesía y elocuencia, “si no sabes hablar, no ganas”.

En Derecho prima la tolerancia por encima de la libertad, “la tolerancia engloba la libertad”, afirma. Sin lugar a dudas, los colectivos que quieren modificar las palabras que todos usan están imponiendo su libertad por encima de cualquier cosa, no son tolerantes consigo mismos. Quieren cambiarse y obligan a que los aceptes, por si fuera poco exigen cambiar cientos de años de rigor y estudio por un arranque de rebeldía.

El español es un ideal y un método al tiempo debido a que nuestra lengua a la vez global y territorial, no podemos decidir por unos cuantos el destino de todo el sistema. Luego de la inauguración de la primer academia del español en América, precisamente en Colombia en 1870, caímos en la cuenta que “el español no es una lengua exclusiva de nuestro país, sino exclusiva en cada país hispanohablante”.

Este momento histórico de modificar el lenguaje es coordinado única y exclusivamente desde medios hispanohablantes, los anglosajones no lo tolerarían, tampoco los bálticos y ni hablar del cúmulo de lenguas romances. Aunque se tiene conocimiento de los modelos neutrales como el griego, no son bastos en modificar a consciencia los términos y reglas de éste.

La RAE, no el español, cambió más en 20 años que en tres siglos, esto se debe a la tecnología y las consecuencias que trajo. Esto no disgustó a nadie. En esto define un buen cambio: es claro, ameno, con normas y coincidente en el contexto. “La Academia se digitalizó, las tecnologías transforman y la RAE no pudo quedar fuera de ello”.

En defensa de la lengua

Para muchos no está muy claro el trabajo de la Real Academia Española, por eso, han decidido abrirse con una iniciativa llamada Crónica donde explican algunos capítulos curiosos de los académicos y la labor en los departamentos al interior de la Academia, habrá anécdotas y obras de los miembros, redacción de los momentos de crisis y el informe sobre el lenguaje inclusivo entregado a Carmen Calvo.

Machado indica que la Academia trabaja para disolver la excesiva “masculinización del lenguaje” pero no pueden ser “incluyentes” como quiere Carmen Calvo, y agrega contundentemente: «La posición de la RAE es clara. El desdoblamiento altera la economía del idioma. Y yo añado: y la belleza. Este tipo de variantes la estropean. Es una lengua hermosa y precisa. ¿Por qué tiene que venir usted a estropearla?».

En el pleno de la RAE hay más concenso en mantener las reglas y no dar pie a los aperitivos morfológicos como “todes o nosotres”. Machado afirma que están “más calmados” al respecto y lo conveniente es dedicar tiempo a la disconformidad en las tildes como en la palabra “sólo” que ahuyenta el significado de “soledad” o los demostrativos.

A final de cuentas, la RAE se dedica a poner orden al uso y efecto de las palabras mediante reglas, no al contentillo de una generación. La palabra se transforma por el contexto en un sentido amplio, lógico y común, no por el desdén de aprovecharse a la mala al decidir los sufijos -finales que corresponden al género y número de las palabras- más acordes a intereses de propios y extraños.

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