¿Racista yo?

Cuando inicio la impartición de algunos de mis cursos les pido a mis estudiantes respondan un cuestionario. Espero honestidad en sus respuestas, porque la finalidad es identificar ciertos rasgos sexistas en sus pensamientos y actitudes. Generalmente, saben responder lo políticamente correcto. La última pregunta que les formulo es: “¿Tú discriminas? En caso afirmativo, responde a quiénes y cuál es el motivo”. De manera general, la respuesta es un categórico “No”.

Más adelante, hacemos un ejercicio en el que les presento las imágenes de ciertos personajes y les pido que escriban qué es lo que sienten al verles y a qué creen que se dediquen esas personas. Una de las fotos corresponde a la imagen de un hombre de piel morena, vestido con una camisa blanca desgastada, de cabello cano mal recortado y en una posición que sugiere está pensando. De manera desafortunada, varias(os) estudiantes —de distintos niveles, desde licenciatura, hasta posdoctorado—- han escrito cosas como: “es un indigente”, “es un alcohólico”, “piensa si podrá comer más tarde”. De igual modo les presento la foto de un hombre vestido con pantalón de mezclilla, camiseta sin mangas y con los brazos tatuados, a lo que han respondido cosas como: “seguro es tatuador o motociclista” o “es un delincuente”. Gran sorpresa se llevan aquellos que afirmaron no discriminar, cuando les muestro que la primera imagen corresponde, ni más ni menos, que al recién fallecido Francisco Toledo, uno de los artistas plásticos mexicanos más importante del mundo y que el segundo es un médico.

El ejercicio ayuda a demostrarles cómo nuestra cabeza está llena de estereotipos forjados a través de la vida, que forman en nuestras mentes prejuicios. Así, por ejemplo, tenemos la idea de que entre más obscuro sea algo, incluyendo el color de piel, será más feo y peor, contrario sensu, entre más blanco sea algo, será más bonito y bueno. Esto quedó evidente en el video denominado “Racismo en México”, publicado en 2012, en el que se exhibe una investigación con niñas(os) mexicanas(os), replicando el experimento diseñado por Kenneth y Mammie Clark en los años 30 en Estados Unidos. Las respuestas claras y espontáneas de las y los niñas(os) muestra cómo, a pesar de ser todas(os) ellas(os) de piel morena, relacionan la piel blanca con bondad y belleza y la piel obscura con maldad y fealdad.

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra prejuicio como: “Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”, y yo agregaría, “o que definitivamente se desconoce”. Una de las características fundamentales de los prejuicios es, efectivamente, su tenacidad. Al respecto Einstein afirmó “el sentido común no es más que un muestrario de los prejuicios adquiridos antes de los dieciocho años” y “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

Lo grave de tener prejuicios es que nos lleva necesariamente a discriminar. Así, en nuestro país discriminamos a quienes no son como nosotras(os) somos o como pensamos que somos, o como no queremos ser a pesar de que sí seamos. Es por eso que vemos gente de piel morena discriminando a gente de piel morena y llamándoles con calificativos ofensivos como “naco” o “prieto”. De ese modo, pintamos nuestra raya y nos deslindamos de todo lo que implican esas ofensas.

Pienso que, si bien es difícil dejar de lado nuestros prejuicios, no es imposible. Sólo se requiere dudar, reflexionar y utilizar la razón.

Dra Iris Rocío Santillán Ramírez

Abogada y Criminóloga feminista. Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana, Master en Sistemas Penales y Problemas Sociales por la Universidad de Barcelona, así como Maestra en Criminología y Doctora en Ciencias Jurídico Penales y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Después de desempeñarse durante varios años en el ámbito de la procuración de justicia, en los últimos 19 años se ha dedicado a la docencia y a la investigación en materia de violencia en contra de las mujeres. Ha dictado conferencias en diversos foros del país y del extranjero y publicado artículos especializados en editoriales de España, Brasil, Argentina y México. Autora de los libros: “Violación y culpa” y “Matar para vivir. Análisis jurídico penal y criminológico con perspectiva de género de casos de mujeres homicidas”, ambos de la editorial Ubijus. Ha trabajado activamente en la capacitación y formación de personal ministerial y judicial en materia de género y derechos humanos de las mujeres. En 2016 recibió la Medalla Omecíhuatl que otorga el gobierno de la Ciudad de México por sus contribuciones en materia de derechos humanos. Actualmente es profesora-investigadora Titular “C” por oposición en la UAM-Azcapotzalco. Investigadora Nacional. Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología. Forma parte del grupo de trabajo para la activación de la alerta de violencia de género en la Ciudad de México.
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