¿México debería de tomar un préstamo del FMI?

“El precio es lo que pagas. El valor es lo que recibes.”
(Warren Buffett)

Hoy nos encontramos en la que se ha bautizado como “La peor crisis de los últimos años”, una de la que ciertamente ninguna autoridad bancaria está lista para afrontar, preguntándose sobre qué políticas puede aplicar para evitar que su economía colapse. Pero al mismo tiempo que no se ponga en peligro la salud de los integrantes de su país. Este problema que consiste en un trade off entre economía y salud es una situación que no augura ningún buen resultado para ninguno de nosotros.

Pronósticos

La directora de análisis económico de Banco Base, Gabriella Silles, anunció que la recuperación de la economía por el COVID-19 tendría por lo menos una duración de 4 años, porque mencionó que en términos económicos el sexenio ya está perdido. Recalcó puntos importantes como que la inversión fija bruta y el consumo serán variables que seguirán yendo a la baja, indicando que según los estimados de Banco Base la caída en la economía mexicana sería del 8%, teniendo una recuperación de sólo 1.5% en 2021. Finalmente, indicó que las medidas que se tomaban por parte del Gobierno acerca de las políticas públicas son insuficientes para volver a crecer por arriba del 2% en el mediano plazo.

Analistas miembros del Departamento de Estudios Económicos de Citibanamex advierten que una recesión de tal calibre como es la que provocará el COVID-19 tendrá efectos no sólo cuantitativos sino también cualitativos, entendiendo esto como un cambio en las relaciones político y sociales. El pronóstico se puntualiza en una reducción del PIB del -9.0% para la economía mexicana, pasando desde el -5.1% pronosticado anteriormente. Con esto forma parte del grupo de las instituciones que se unen contra un destino muy deplorable para el producto de nuestra economía. Finalmente, se debe entender que este pronóstico se dio después de que se diera una baja en el precio del petróleo y por tanto se afectaran los ingresos de la federación.

Recientemente, el Coneval fue claro en sus resultados y es que se espera que el número de personas en pobreza extrema por ingresos se incremente de 21 a 31.7 millones, con lo cual todos los esfuerzos que se han hecho en cuestión de bienestar y programas sociales en los últimos 20 años se queden neutralizados, volviendo a la situación de que más de 30 millones de mexicanos no puedan cubrir la canasta básica.

Postura política

Hoy, el Gobierno dirigido por Andrés Manuel López Obrador parece que tiene una línea inamovible de pensamiento acerca de cómo llevar las políticas públicas dentro de su sexenio y una de estas pautas es no tomar préstamos del Fondo Monetario Internacional. Tanto es la ímpetu por no recurrir a esta organización que ha intentado modificar el presupuesto público para poder hacer frente a la crisis que hoy ya empezó a dar los primeros problemas dentro de nuestro país, como es el aumentando del desempleo, la baja en el producto y evidenciando la ineficiencia en cuanto a nuestro sistema de salud.

Si bien, apenas el presidente ha decidido presentar su nuevo ensayo titulado Nueva política económica en tiempos de COVID-19, donde su principal argumento es que las naciones del mundo no pueden seguir dirigiéndose por el simple crecimiento económico. También, dio un claro mensaje sobre que las clases altas ya no pueden seguir siendo las únicas beneficiadas en el país y que la única forma en que se puede ayudar a la industria y el comercio es ayudando a la clase menos favorecidas. Esta última acción, si bien sería benéfica para nuestro país, seguir financiando los apoyos económicos a los adultos mayores y a personas en situación perjudicial y seguir financiando las becas que reciben millones de jóvenes son rubros que ocupan una parte considerable del presupuesto.

Todos estos apoyos económicos, más las magnas obras que se tienen proyectadas, dan como resultado que si México se encontrara en una situación normal no tuviéramos problemas, solamente que hoy no es el caso y con la baja en los ingresos petroleros las cuentas no terminan por cuadrar para realizar un plan de saneamiento económico en contra de la crisis.

La respuesta no es clara ni fácil, el gobierno debe de decidir si romper su política es lo propicio para pedir un préstamo o es mejor reducir las obras públicas o incluso los programas sociales para ayudar a la economía.

Finalmente, después de establecer los pronósticos y la postura política, el lector debe de hacer un análisis acerca de qué sería lo más eficiente para nuestro país, si seguir en nuestra situación o arriesgarnos a tomar un préstamo para comprometer nuestro futuro.

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