La gran transición ferviente y vehemente de la humanidad como resultado del COVID-19

La transición global ha comenzado: una sociedad planetaria se irá configurando durante los próximos días meses o años, pero su resultado es incierto.

Las tendencias vigentes establecen la dirección al comenzar el viaje, pero no su destino. Según cómo se resuelvan los conflictos sociales y del medio ambiente, la transición mantiene la posibilidad de dividirse en caminos dramáticamente distintos. Por el lado oscuro, es bastante fácil imaginar un futuro lúgubre de pueblos, culturas y naturaleza empobrecidos. Sin duda, para muchos esta terrible idea parece la más probable. Pero no es inevitable.

Desde hace años, diferentes voces nos insinuaban y prevenían con relación a un drástico cambio climático, destrucción de la capa de ozono, incendios de los grandes bosques tropicales, extinción de especies animales y vegetales, aumento de la temperatura global, derretimiento de los polos, hambrunas, sequías, terremotos, huracanes, inundaciones, millones de desplazados (pareciese un best seller de Stephen King, cargado de terror, miedo y pánico).

Penosamente, somos testigos de una pérdida de los valores tradicionales, como: honestidad, responsabilidad, respeto, integridad, tolerancia, compromiso, confianza. Estamos asistiendo a un cambio de era, a un cambio de paradigma, todo lo que considerábamos “normal” deja de serlo. Muchas personas nos hemos quedado en casa, resguardados (y al borde la locura o desesperación), acatando las medidas de sanidad para combatir la pandemia.

En unas semanas o meses, la situación estará controlada, con miles de muertos, negocios quebrados, familias destruidas, países en caos total. Pero todo esto va a pasar y empezaremos la reconstrucción. Sin embargo, puedo afirmar, confirmar y garantizar que nada volverá a ser como antes.

El cambio global se apresura y las contrariedades se profundizan. Es necesario, con premura, nuevas maneras de pensar, actuar y ser. Pero tan cierto como que la necesidad es el estímulo que inclina hacia una gran transición, es la oportunidad histórica de dar forma a un mundo justo de paz, libertad y sostenibilidad.

Resiliente, palabra que estará en boga, dado que deberemos desarrollar la capacidad de sobreponernos a los futuros momentos críticos y adaptarnos a experiencias o situaciones inusuales e inesperadas (como lo es y será la pandemia surgida en el país asiático).

Cada generación entiende su momento histórico como único y su futuro como lleno de nuevos peligros y oportunidades. Así debe ser, porque la historia es una narración incesante de cambio y surgimiento.

La pandemia provocada por el coronavirus ha acelerado y/o mejorado aspectos como el trabajo a distancia (de manera remota, teleconferencias, WhatsApp), educación a distancia (colegios, institutos, universidades), telemarketing (compra y venta por internet), taxis compartidos (Uber Pool), teleconferencias no sólo para empresas sino entre autoridades (alcaldes, congresistas, etcétera).

Seamos dueños de nuestras mentes y aprendamos de una vez a controlar las emociones. En un mundo de incertidumbres, abrazarlas, así como al cambio permanente nos ayudará a salir de nuestra zona de confort.

Aunque parezca poco probable, es posible una transición hacia un futuro de vidas más ricas, de solidaridad entre las personas y con un planeta sano. Karl Popper apuntó a que “el futuro se encuentra siempre presente, como una promesa, una atracción y una tentación”.

Cuando todo esto pase, que no te quede duda, arriésgate. Besa mucho, perdona rápido, cierra ciclos, pide perdón, sonríe más, quéjate menos, baila, relájate, deja de andar de prisa, disfruta a tu familia, bebe con calma tu café, saborea los postres, disfruta las caminatas, observa más el cielo. La vida no te está pidiendo mucho, sólo que la valores más.

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