Papa Francisco bendice al mundo. Conexión con los devotos incorpóreos
Hay un concepto sobre la religión que puede perturbar tanto a ateos como a creyentes. Su universalidad hace creer que está escrita en la mente humana debido a la selección natural, ya que efectúa alguna función que ayudó (y ayuda) a los creyentes a sobrevivir.
“Desde hace algunas semanas, parece que todo se ha oscurecido”, indicó el Papa Francisco. Ayer, 27 de marzo de 2020, el papa impartió una histórica bendición “Urbi et Orbi” (expresión latina que significa ‘a la ciudad y al mundo’ o ‘a todo el mundo’, se aplica a la bendición papal para indicar que se hace extensiva al mundo entero, así como al hecho de contar las cosas o de proclamar algo a los cuatro vientos, de manera que todo el mundo se entere), a la ciudad y al mundo en soledad, desde una plaza de San Pedro del Vaticano, totalmente desolada y despejada como consecuencia de la emergencia del coronavirus, que ha causado en Italia más de nueve mil fallecidos.
Desde la perspectiva individual, la religión y las supersticiones han sido utilizadas como instrumento para enfrentar la incertidumbre de la vida diaria. Algunos estudios sugieren que la existencia de un orden supremo y la posibilidad de influir en él a través de ritos sirve para disminuir el estrés que crea el no saber qué sucederá en el futuro.
Finalmente, es tan importante nutrir el alma como alimentar el cuerpo. Es precisamente en estas épocas de mayor necesidad donde la conexión interna debiese fortalecerse. Con meditación, lectura a un buen libro, un gusto goloso (como comerte ese helado con chispas de chocolate), una buena cerveza o una película que te invite a reflexionar, no importa el cómo o dónde, se incita e induce a la ciudadanía a persistir y resistir, no bajar la guardia y mantenerse firme a la crisis ante esta enfermedad epidémica.