Contra las mujeres

Días de contrastes. El domingo 8 de marzo las calles de llenaron de marchas, gritos y exigencias para que se le ponga un alto a los feminicidios y a la violencia contra las mujeres. Así, con su presencia y alzando la voz, desde el estruendo de la injusticia, demandan lo que les corresponde un mundo mejor para ellas.

El lunes 9 el estruendo es aún mayor desde el silencio. La ausencia de las mujeres en las calles, en los comercios, en los trabajos, paradójicamente, han hecho más grande su presencia. Por ejemplo, en los salones de la UNAM (y supongo en la mayoría de las universidades) asistir a un campus donde no hubiera profesoras ni alumnas fue como viajar a lo más oscuro del siglo XVIII o XIX.

Fue la acumulación de terribles noticias sobre homicidios y violencia en contra de las mujeres lo que provocó esta manifestación, esta solidaridad de género. Se sienten indefensas con su entorno social y acusan que el gobierno no las apoya. El filósofo Gilles Lipovetsky señalaba en su obra La tercera mujer, que el siglo que más revolucionó el papel de las mujeres fue el siglo XX. En México, esa revolución apenas está llegando en el presente siglo.

Las palabras del presidente, en vez de generar confianza han generado rechazo. Las secretarias de estado salieron a dar una conferencia de prensa conjunta para defender al gobierno federal como el que más mujeres tiene encabezando las secretarías, lo cual es completamente cierto. Pero incluir a mujeres en el gabinete no garantiza que las políticas sean a favor de las mujeres. Se reclama que las mujeres han sido relegadas en el tema de la seguridad pública y la seguridad social.

Veamos el tema de la seguridad, motivo central de las manifestaciones de estos días. Antes de entrar a los datos, hay que tener en cuenta dos consideraciones. Una, los altos números en torno a la inseguridad es una situación que año con año ha ido empeorando. No nacieron en esta administración, pero tampoco los han mejorado y, peor aún, la tendencia es a empeorar. Dos, los gobiernos municipales y estatales son los responsables del delito del orden común, por lo tanto, la falta de resultados en el tema de seguridad es un asunto compartido.

Atendiendo los datos del propio gobierno reportados en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los feminicidios pasaron de 740 en 2017 a 980 en 2019. Es decir, aumentaron de 2 a 2,6 feminicidios diarios en el país. Considerando el mismo periodo, los homicidios dolosos a mujeres pasaron de 2,536 a 2,818; un promedio de 6.9 a 7.7 diario. En otras palabras, en 2019 fueron asesinadas 10 mujeres diarias en promedio. En una comparación ociosa, en toda la Unión Europea durante 2017 se cometieron 5,200 homicidios intencionados. Prácticamente, cualquier dato que busquemos en cuanto a la violencia que se ejerce contra la mujer han estado en aumento durante el último año.

El gobierno federal ha insistido una y otra vez en que la delincuencia en general la iban a combatir atendiendo el problema desde la raíz, atendiendo las causas sociales que orillan a las personas a delinquir. Para esto, ha implementado programas basados en la entrega de dinero en efectivo a diferentes grupos: jóvenes, personas de la tercera edad, campesinos, amas de casa, etc. El diagnóstico, implementación y resultados que supuestamente impactarán en la prevención del delito merecen un estudio más minucioso, así que, por el momento, simplemente señalaremos que los principales, y únicos, programas se basan en el esquema de transferencia de recursos.

¿Dónde queda la mujer en los programas de seguridad social que venían funcionando a nivel federal? Existen tres instancias que atienden el tema de la mujer de manera directa: la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres y la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional para la Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes. Entre las tres tienen un presupuesto combinado para el presente año de 1,195 millones de pesos, lo que representa un 7% más que lo presupuestado en 2019. Hasta aquí vamos bien, podríamos decir que efectivamente, las políticas del gobierno son en beneficio de la mujer al dotar de mayores recursos a tres áreas del gobierno federal. Recordemos que, al ser dinero destinado a una instancia del gobierno, se incluyen los recursos para el pago de salarios, equipamiento, etc.

Pero tomemos ahora otros 5 programas presupuestales específicos cuyos beneficios van directamente al apoyo de la mujer. En 2019 se presupuestaron recursos por 24,750 millones de pesos a los programas: Escuelas de Tiempo Completo y el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa por parte de la Secretaría de Educación Pública; Servicios de Guardería del IMSS: el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras de la Secretaría de Salud; y al Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras de la Secretaría de Bienestar. En comparación, en el presupuesto 2020 al programa de la Secretaría de Bienestar, Sembrando Vida, le otorgaron 25,130 millones de pesos, o al programa de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social le otorgaron al programa Jóvenes Construyendo Futuro 24,956 millones de pesos.

Sin embargo, para los cinco programas presupuestales que señalamos en 2019, notamos que para 2020 los Servicios de Guardería del IMSS obtienen 400 millones de pesos adicionales, y al ahora denominado Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras de la Secretaría de Bienestar aumenta en aproximadamente 150 millones de pesos. En contraparte, se le reduce la mitad a Escuelas de Tiempo Completo, mientras que los programas para la Inclusión y la Equidad Educativa de la SEP y el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras de la Secretaría de Salud simplemente desaparecen, por lo que para 2020, el presupuesto asignado en total para los programas que permanecen es de 19,774 millones de pesos. Una reducción de casi 5 mil millones de pesos. Para ponerlo en perspectiva, en 2020 se presupuestaron 4,000 millones de pesos en subsidios para la seguridad pública de los municipios del país. Más que a favor, las acciones parecieran dirigirse contra las mujeres.

La importancia de los programas antes señalados en mejorar la situación de la mujer no es menor. De acuerdo con la obra conjunta Escasez del profesor de economía de Harvard, Sendhil Mullainathan, y del profesor de Psicología y Asuntos Públicos de Pincenton, Eldar Shafir, las guarderías contribuyen a la formación de un mejor capital humano para que la gente se pueda dedicar a sus labores diarias sin la preocupación de qué hacer con sus hijos. La existencia de guarderías apoyadas por el gobierno ahorra dinero y tiempos de traslados. De tal forma que la cancelación y disminución de los apoyos en los programas ya mencionados repercute directamente en la vida de las mujeres que utilizaban dichos servicios.

Los motivos para que las mujeres eleven la voz y usen el silencio han estado presentes, lamentablemente, por siglos. Si la humanidad ha sido lenta para entender y adaptarse a los cambios sociales, en lo que toca a las mujeres, esa lentitud se convierte más bien en inmovilidad. De ahí que lo sorprendente no haya sido que las mujeres hayan decidido salir a las calles a protestar y no salir de su casa para protestar aún más fuerte por su seguridad, derechos y libertad. Lo verdaderamente sorprendente es que no lo hayan hecho antes. Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro, lo señala de la mejor manera: “el argumento de que las mujeres no deben ser agredidas es irrefutable y, como observó Víctor Hugo: no hay nada más poderoso que una idea cuyo momento ha llegado”.

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